miércoles, diciembre 12

Llegar a los 32 años invicta es en estos tiempos toda una hazaña. Más de una vez quise bajar los brazos, más de una vez renunciar, más de una vez morir, simplemente. Pero no, ninguna de esas opciones fueron las escogidas y ante las dificultades opté por luchar, por seguir, por insistir. Sin importarme el precio, jugué mis cartas, enfrenté los fantasmas y destruí todo lo que me impedía continuar mi camino. Todo esto lo pude lograr sin tener que quebrar mis creencias, mis principios y mis valores, no tuve que ser aquello que no soy, pues arriesgo de perderlo todo, preferí seguir siendo yo y no una apariencia. Quienes poco me conocen, no saben de qué hablo, quienes me conocen entienden perfectamente estas palabras y saben que en ellas no hay más que la verdad de mí. Hubo gente que se empeñó en dañarme, en complicarme, en difamarme y hasta en humillarme, pero yo no recurrí a sus mismas armas, yo utilicé las mías y aunque para muchos no fue así, yo gané. Gané en el respeto que me tengo a misma, gané en lograr ser la persona que siempre soy, en la tranquilidad de mi alma y mi mente, en el fortalecimiento del vínculo con amigos y seres queridos. Cumplo mis 32 años feliz, tranquila y llena de emoción, porque en mis años conocí también personas maravillosas, gente que uno tal vez no frecuenta, pero que guarda especial recuerdo en el corazón. Logré crecer y aprender, conocer y saber y sobre todo superarme. Nunca sé si lo que hago está bien o mal, sólo sé que al pensarlo no está en mí causar daños, joder a nadie y menos que menos hacer cosas que contradigan mi ser. Sé que muchos malinterpretan mi accionar, o que piensan muy distinto de mí, y es lo que está perfecto, porque son ellos los que me hacen ver y repensar si lo que estoy haciendo lo estoy haciendo bien, después, lo que ellos hagan respecto a lo que piensan ya no es problema mío. No siento odio por la gente que me ha dañado, siento un no querer, un no me importa, y sobre todo un lejos de mí. Pero no hay odio, no hay rencor ni nada de eso, cada cual debe vivir con su conciencia y sus cosas, yo quiero la mía limpia y tranquila. No me importa que me critiquen, pero una cosa es la crítica y otra es el desmembramiento moral de una persona. Esas cosas no las tolero y a las personas así las invito siempre a retirarse de mi vida, porque cómo dice la frase de Níetzsche: “Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti." No me importa lo que hagan, lo que digan, yo sé quién soy y cómo soy, aunque a veces molesta, no me van a convencer de algo distinto. Debo dejar en claro que no soy inocente, y que me sé defender, que muchos saben que tengo mis armas, mis formas y mis métodos para protegerme, tampoco es que soy una mártir. Pero en lo posible, lo que intento es no generar violencia. Cumplo 32 años de haber vivido, lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo pero sobre todo vivirlos… que placer poder decir “vivo”, no hay mayor felicidad que sentir como nace la sonrisa cada día con cualquier cosita que esté dando vueltas por ahí, otra sonrisa, el cielo celeste, una linda palabra, una muestra de cariño. Mirarse al espejo y sentir paz, quererse y perdonarse, seguir insistiendo aún cuando no hay muchas más opciones. No rendirse y seguir. Soy una buscadora dijo una vez Cacho Agú, lejos estaba de errarle, maestro si los hay. “hay alma en estas palabras” dijo Danilo Doyharzabal y entonces conocí la luz… Pero hubo una persona, que dijo: “acá todo muy lindo, pero a mí no me vas a engañar, el lobo disfrazado de oveja… saca tus garras y hace lo que tenés que hacer…” Horacio Rossi hoy diría lo mismo, pero ya más convencido de que soy más lobo que oveja y sobre todo, que nadie puede ya cambiar mi destino… En honor a lo que me enseñaron mis padres, mis abuelos, mi familia, mis maestros, mis amigos y todas aquellas personas que tocaron mi vida de una forma tan especial, hoy cumplo 32 años y qué más puedo hacer que agradecer por tanta generosidad… A todos, gracias por tanto, vamos de a pacitos, pero todos los días es un poco más. La Vale Elías

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