La neblina que no es neblina,
que es espesa y tóxica,
ese olor que se siente ya cotidiano
y no lo es.
Esas ambiciones desmedidas,
odios y rencores
expresado en el fuego arder.
Ahí, los inocentes, incapaces
de semejante daño,
salen a pedir auxilio, ante el dolor.
La muerte junta calcinadas almas
y llora angustiada su mayor esplendor .
¿Quién pudiera celebrar victoria alguna
ante tamaña destrucción?
El alma del pueblo dormida,
aún no se vislumbra consecuencia alguna
de hacer ojos ciegos al resplandor.
El fuego avanza
es su naturaleza,
aunque su inicio,
no fue su decisión.
La naturaleza lo pide a los gritos
pero el humo, aún no les importó.
Crueles almas
que vagan por la tierra dañando
todo lo que dios creó.
Valeria Elías
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