lunes, diciembre 12

42 es un número que aún me queda grande, aunque chico de alguna otra forma. Otro año más que pasó, un año muy duro, pero lleno de experiencias, aprendizajes y sobre todo amor. Cada año es así, un cúmulo de sucesos y hechos que inevitablemente ocurren y uno debe ir, como decía el Negro, haciendo malabares para que no se caiga lo importante al suelo, aunque también inevitablemente pase.

Aprender de la mejor forma y de la peor forma lo que es el amor verdadero, la diferencia entre decirlo, sentirlo y hacerlo. Quienes fueron los que notaron que no podía más y cargaron mis bolsos, brindaron refugio o simplemente no se fueron y se quedaron haciendo el aguante.

Estoy muy agradecida a la vida, por esta oportunidad de volver a empezar, “que aún no termina el juego”. La oportunidad de encarar todo de una forma diferente, de poder reconstruir lo que en años no sabía dónde encajaba, y ahora todo encuentra su lugar.

Corrí toda mi vida para alcanzar tantas cosas, y como decía Horacio, me perdí del paisaje y finalmente tampoco alcancé todo lo que me proponía. Entonces, aprendí que no es necesario correr, pero si avanzar a paso firme y mente clara.

Ver el amor a la cara es otro cantar. No es quien en dos días dice te amo, es quién con el tiempo y después de muchas guerras y festejos, con simples palabras o gestos, te siguen respetando, sintiendo y acompañando, a pesar del dolor, el orgullo o los miedos.

Ser el principio y el fin de esa persona, que en todos estos años recién se percate lo que yo supe desde el principio. Esa misma persona que no sabías si ibas a poder sobrevivir a su ausencia, y no solo sobreviviste, sino que aprendiste a amarlo de otra forma, con otros ojos, menos ciegos y más reales.

Él sabe que si se hace un raspón, siempre voy a ser ese soplo que alivia el ardor. Darse cuenta de esas cosas, sana.

Feliz por los viejos amigos, por los nuevos, por aquellos que ya no lo son, porque dejaron grandes enseñanzas.

Llevo casi medio siglo escribiendo para mi cumpleaños, faltan solo 8 años, que posiblemente completaré, igualmente de no ser así, solo quedan esbozos de algo que intenta ser una narrativa poética de vida, de una persona que solo se dedicó a vivir.

Estoy conforme con lo vivido hasta ahora, cual necio de Silvio Rodríguez, entiendo y acepto las consecuencias de mi revolución. Pago precios muy altos, pero también recibo compensaciones muy generosas.

Posiblemente algún día planche la ropa como me pide mi mamá, pero por ahora conservo esa rebeldía que fija la mirada en otra dirección, un horizonte que promete ir más allá de lo posible. Esa insistente utopía que nos quita el sueño, pero nos estimula para avanzar.

A los que siempre estuvieron, gracias!

A los que volvieron, gracias!

A los que se fueron y no vuelven más, gracias y paz!

A los que simplemente se fueron, gracias!

A todos, los que de alguna u otra medida cruzaron mi camino para bien o para mal, gracias y bendiciones.

Por siempre La Vale Elías, Valeria Elías

 
 


No hay comentarios.: